Nilo, el conejo soñador

Había una vez en un rincón escondido del bosque encantado un pequeño conejo blanco llamado Nilo. Nilo no era como los demás conejos, pues tenía una oreja que brillaba con luz dorada cada vez que salía la luna llena. Nadie sabía por qué su oreja era así, y Nilo tampoco lo comprendía, pero sentía que ese brillo escondía un gran secreto.

Una noche, mientras la luna iluminaba el bosque, Nilo escuchó un susurro extraño que parecía venir de un árbol muy antiguo, conocido como el Árbol de las Historias. Movido por la curiosidad, Nilo se acercó y tocó el tronco. De repente, el árbol habló:

—Pequeño Nilo, tu oreja dorada es la llave para despertar a la Reina del Bosque, que duerme en una cueva oculta. Sin ella, el bosque perderá su magia.

Decidido, Nilo siguió las indicaciones del Árbol de las Historias y emprendió su camino bajo la luz de la luna. Enfrentó ríos rápidos, esquivó ramas oscuras y se hizo amigo de un búho sabio llamado Horacio, que lo guió hasta la entrada de la cueva. Allí, Nilo encontró una puerta con un grabado que decía: «Solo la luz dorada podrá abrir este portal».

Con algo de nervios, Nilo inclinó su cabeza y dejó que el brillo de su oreja iluminara el grabado. La puerta se abrió lentamente, revelando a la Reina del Bosque, quien había estado atrapada durante mil años. Con una sonrisa agradecida, la Reina restauró la magia del bosque y otorgó a Nilo el don de escuchar los deseos de los animales para poder ayudarlos.

Desde entonces, Nilo se convirtió en el guardián del bosque, y su oreja dorada brillaba con más intensidad que nunca, recordándole su valentía y el poder de ser único.