El Planeta del Espejismo

En un rincón remoto del universo existía un planeta que desbordaba belleza. Sus cielos eran de un azul profundo, con nubes iridiscentes que reflejaban todos los colores del arcoíris. Los mares brillaban como cristales líquidos, y las montañas resplandecían con piedras preciosas incrustadas en sus cimas. Sus habitantes, conocidos como los Lumeni, eran seres pacíficos que irradiaban luz desde sus corazones.

Sin embargo, la belleza del planeta ocultaba un oscuro secreto: los gobernantes, los Sombracielos, eran espíritus malignos que habitaban las sombras eternas. Desde su creación, habían sido consumidos por la envidia hacia los Lumeni y su luz. Estos espíritus gobernaban con un único propósito: robar las almas luminosas de los habitantes para fortalecer su propio poder.

Cada noche, cuando el sol se ocultaba, las Sombracielos se deslizaban entre las sombras, susurrando promesas engañosas a los Lumeni. Les ofrecían riqueza eterna, conocimiento infinito o incluso poder celestial, pero a cambio pedían un fragmento de su luz interior. Poco a poco, los Lumeni que aceptaban el trato se volvían opacos, perdiendo su brillo y cayendo bajo el control de los Sombracielos.

Un día, una joven Lumeni llamada Lyra decidió que debía romper el ciclo. Con su luz interior más brillante que cualquier otra, reunió a los pocos habitantes que aún conservaban su esencia luminosa y les habló sobre un plan para liberar su planeta. Sabía que las Sombracielos temían la luz, pues su oscuridad era su único refugio.

Lyra y los Lumeni comenzaron a crear un artefacto mágico llamado el Prisma de la Liberación, una esfera capaz de canalizar y amplificar la luz de sus corazones. Cuando estuvo terminado, convocaron a las Sombracielos al centro del planeta, atrayéndolos con una falsa promesa de rendición.

Al reunirse, Lyra y los suyos unieron sus luces al Prisma, liberando una explosión de claridad que iluminó cada rincón del mundo. Las Sombracielos intentaron huir, pero la luz era tan potente que disolvió sus formas sombrías para siempre.

Desde entonces, el planeta recuperó su paz, y los Lumeni aprendieron a proteger su luz interior, pues entendieron que su fuerza residía en su unión y claridad. El planeta, aunque hermoso, nunca volvió a ser gobernado por sombras.